mañana es otro día!
***
DONDE LA QUIMICA SE HACE LLAVE
¿Qué sucede que nos alejamos de nosotros mismos
y vivimos sin en nosotros, vivir?
¡Quién viene a dejarnos su tiempo
como un calzado
a nuestros pies de niebla?
¿Dónde la última estrella
de la eternidad tiembla?
¡Y este tiempo a destiempo del reloj
asombrando nuestro vuelo!
Miramos las llaves
y la suma infinita de la luz
la química del sueño y del verbo
que pregunta
por el espejo de la frente
¡Son estas
las manos que buscan a tientas
la revolución de la espuma¡
¿Qué somos sin el aliento
para reposar el miedo?
¡Aferremos todos los sentidos
para que la noche muera
que morirá la tierra
si no nos asimos a todo el vértigo!
Alcancemos los aerolitos de colores
o si no, qué somos?
¿Qué somos?
¡Sembremos los rostros todos
y todas las memorias!
¡Porque... qué somos, si no
¿Qué somos?
***
EL FESTIN DE LOS HUESPEDES
Sobre los techos de las casas, más arriba
entre el cielo y las nubes atardecidas
recortadas por el velo de una tenue luz de faroles
las figuras se destacan entre la niebla
en el prodigio de las imágenes
Whitman toca como Merlín la mágica flauta
Le siguen Baudelaire Verlaine Apollinaire
Rimbaud y, Poe con su cuervo majestuoso y señorial
Neruda participa del viaje sonriente y bonachón
Gabriela y las Juanas: de la Cruz y la de Ibarbourou
junto a Víctor Hugo y a Guillén
llevan el ritmo cadencioso: Son el son
del “Songoro Cosongo”
Kipling Keats Rilke Dante y Petrarca
Goethe Schiller Byron y Mayakovski
Góngora y sus coplas
Darío de azul Nervo Borges el mismo “Hacedor”
Alfonsina y su “Mundo de los Siete Pozos”
Gustavo Adolfo Pezoa y Pessoa cantan en el regocijo
Martí - Lorca – Antonio y Manuel – sacuden sus trajes
Vallejo acompañado de sus Heraldos, sonríe
Hay tantos otros! ¡Ah, qué festín de los Dioses!
¡Danzan alegres y nadie envejece ante la alquimia¡
Li-Po extiende los manteles
Cátulo Marcial Ovidio Horacio
Virgilio Safo y Homero esperan los comensales
Khayyam ordena sus Rubaiyat sobre las mesas
Tagore acomoda las luces
El Maestro Jalil profetiza desde el jardín
Huidobro con “Altazor” sobre el arcoiris
ha encontrado su estrella
Díaz Casanueva llega ágil con “Requiem” bajo el brazo
Parra tiene su lugar escrito, una tarjeta reservaba su sitio
Lihn limpia sus lentes sin “Pena de Entrañamiento”
con su diario arribó desde Santiago
Los Juglares preparan los brindis
Todos participan del festín
Las gotas que rodarán desde sus copas
se deslizarán sobre otras cabezas
Del “Relámpago” acerca su boca
Cardenal guarda su fusil
El de “El Arco y la Lira” está en Paz
Aquí abajo... (alguien dice que le restauren
sus derechos humanos
que ser gordo y viejo no es suficiente
para quitarle sus necesidades de sexo
que necesita sentir su cabeza
apoyada sobre otro hombro
saberse amado, y no sólo por eso
... aquí, aquí donde el rebaño es poco entre muchos
los espíritus toman un baño por si el viaje
elige, otro invitado
Sólo falta que se cumpla lo escrito
porque los huéspedes
¡Tienen su Festín!
***
NUESTROS PROPIOS BARBAROS
¿Qué hace que el hombre corra
de los dolores que siempre
le llegan?
¿Qué hace que seamos divisiones
de nosotros mismos?
¿Por qué desde la aurora bajo el sol
caemos amenazados por estas leyes
que abren nuestro universo
y luego tragan y cuelgan, nuestro vuelo?
¿Es acaso que como Kavafis
esperamos los bárbaros para luego
caer como objetos o pergaminos?
¿Cuál razón multiplica y lamenta
nuestro sueño?
¡Cuánta inquieta turbación nos viste
cuando llegan nuestros propios bárbaros
y nos amenazan con títulos y honores!
¿Es acaso que caerá la noche ésta
sobre nuestras ciudades?
Amedrentado, al hombre le arrancan
lo que queda de su corazón
y como un gran niño
sale del ombligo, sometido
para treparse y caer y
esquivarse multiplicado
como esperando, sintiendo
los pasos del verdugo
que pasan por su puerta
y luego vienen, nuevamente
y pasan por su puerta, nuevamente
para alejarse, nuevamente
como vinieron.
***
POSICION
La desintegración de sus nervios
lo dejó, cruelmente en el caos:
No era él, Rokefeller, el fabricante de dólares
ni era mister Tompkins para fabricarse
su propio continente
No era ella, reina de ningún reino
ni acaudalada de herencia alguna
No era él, el galán del príncipe Carlos
No era ella, belleza de alguna corona
Eran, eso sí, Juan Pérez y Rosa González
y querían que su hijo estudiara en el Saint George
o el Nido de Aguilas
(Después de todo era el hijo de, ellos)
Eran, claro que sí, los del auto, último modelo
los de la parcela soñada, a todo trapo
los que buscan un escudo, de sus nombres
los que se olvidaron, de su barrio
Una especie de dejarse guiar por el sistema:
Algo de marcado, algo de valores, mucho de trabajo
pero cansados, cansados.
Querían un lugar
porque anduvieron con el rabo a dos manos
y pateando las piedras
Era ella, Rosa, simplemente, la Rosa
una mujer dueña de casa
Una mujer dueña de casa es una mano
abierta a la caricia
una muchedumbre de riquezas
Un linaje lúcido
Era él, Juan, simplemente Juan
un hombre de trabajo
Un hombre de trabajo es
el sol necesario
el fruto subterráneo
Era ella González
Era él Pérez, y no Cotapos
los ingenuos que
cayeron en el cuento.
***
PRIMAVERA
No habrá forma de arder sin la primavera
Los callejones persisten en su música
El universo trae los pasos, siempre
trae los pasos que retornan
como los juegos de la infancia
Y sabemos al final de la jornada
que los relojes existen, sólo para el horario
Que hay cuartos sudados de sueños
Que sólo nos quedan antiguas fotografías
de aquellos niños que fuimos
Que enloquecemos al final del camino
Que podemos encontrar nuestro propio rostro
cruzando cualquier esquina
O nuestros brazos, desesperados, nadando
hacia alguna orilla
Entonces, es decisivo
que cohabitamos en la primavera
Que es imposible cortar el sueño
por el resto de vida, que nos quede.
***
PROGRESO
Cobijan la memoria
desaparecidos edificios
agredidos en sus rostros
llenos de historia de otros siglos
Conventillos donde colgaban fundidos ropajes
a la hora de las vecindades
Casas multicolores, verjas sonoras
sangre y permanencia para mecernos
en las horas precisas.
Vienen, en el derrumbe
apurados hombres nuevos
que traen medidas nuevas
y suculentos números en los bolsillos.
Mi barrio de Estación y su Ferrocarril
evidente naufrago de la tierra
Sacrificado sueño de andenes
huyendo del progreso.
Mi barrio antiguo
era hermoso ver matrimonios
a la hora del poniente, a la cena del mes
A familias, en ropajes de domingos
concurriendo donde la abuela
para fundir el día en la memoria
y luego, renacidos
esperar otra semana.
Hoy
son otros los rostros, otros los edificios.
Altos edificios, grises, altos ventanales
altos muros
donde se encierran a morir
y luego y luego ... se encierran
a morir.
***
YA NADIE TOCA DISCOS
(a Alberto Spottke)
Ya nadie toca discos
Ya nadie escucha al gorrión de París
Las ferias venden música en cintas Casetes
en compass disk Los C.D.
el mejor sonido
de los actuales tiempos
Ya nadie escucha discos de la Edith Piaf
Tito tiene discos de la Piaf, de Zitarroza
Yupanqui, Serrath, Chopin
Beethofen, y la Viola
Poesía de Neruda de la Mistral,
de Miguel Hernández y de Lorca
Tito guarda valsesitos peruanos, mazurcas,
canciones de organillo, las chardas de Monti,
tangos, cuecas, rancheras mexicanas...
Tiene en sus habitaciones
caballitos artesanales
veleros en conchitas marinas
figuras tejidas en mimbre y greda
tallados en madera
un reloj de arena
Un cu-cu
que marca el tiempo
sólo cuando uno quiere
Jarrones diversos
libros y
libros
Aquí, el calendario permanece
tras la puerta desde Enero del 91
(aquel día que lo encontraron tirado en el baño...)
“Casi me morí el día que te fuiste
pero la música del baile sigue adelante...” dice la Piaf
desde un Odeón de alta fidelidad
Hoy Santiago al atardecer silencioso
muestra la cordillera intacta
después de todos los siglos
mientras desde un Long play 33 1/3
la Piaf, desde el Olimpia Music Hall,
un 29 de Diciembre de 1966 dice:
“No me arrepiento de nada
No, no me arrepiento de nada
Todo se ha olvidado
No necesito ninguno de mis recuerdos
Comienzo todo de nuevo contigo”
Un retrato de payaso
desde un calendario
bajo una lámpara
afirma su rostro y mira
La ciudad se recoge en penumbras
bajo la lluvia que replandece las solitarias calles
Mis pasos, lentamente, se desplazan
hacia el poniente de la ciudad
mientras llueve
y en mi corazón, el gorrión de París
sigue, sigue, cantando:
“No, no me arrepiento
no, no, me arrepiento de nada
ni del bien que recibí
ni del mal que me ha hecho llorar
No, no me arrepiento
No, no, me arrepiento de nada ...”
***
ES NECESARIO CONTINUAR EL ASOMBRO
Tendríamos que hacer algo
a estas alturas de los tiempos: diferenciar
el astrónomo de las estrellas, por ejemplo
El policía del viento
El metro de los trenes, sobre todo aquellos
antiguos de la infancia
Tendríamos que hacer algo, digo:
ver la diversidad
del vendedor de la calle con el de la bolsa
llámese Nueva York por la calle o la ciudad
da lo mismo
¡Hay que hacer algo!
Acariciar una flor silvestre de vez en cuando
Tirarnos sobre la hierba, alguna vez
Lavar una camisa, abonar y sembrar la tierra
¡darle de comer al perro!
Hay urgencias en estos tiempos
Ver la trascendencia de los pasos
Mirarnos de frente, mirarnos las manos
Lavarnos el rostro a pleno día
¡Hacernos el amor hasta que sea pecado!
Es urgente hacer algo, soy una convencida
¡Es necesario continuar el asombro!
Es irremplazable escribir cartas, silbar
una canción del alma, encender una chimenea
y luego tendernos a leer un libro
Necesitamos sentarnos en una plaza
Jugar como niños aunque pasemos los 50
Es esencial, conversar contigo y contigo
¡Vernos el rostro, cada mañana!