El movimiento estudiantil, preocupado del campo estético del arte literario y de otras expresiones artísticas como la música y la plástica, a través de sus revistas Claridad y Juventud promovía el llamado arte nuevo o de vanguardia publicando escritos de o sobre Baudelaire, Rimbaud, Apollinaire, Verlaine, Proudhon, Nietzche, Debussy, Marx, Camilo Mori, el grupo Montparnasse y otros. También se preocupaba de la parte sociopolítica, siendo vanguardistas en ambos aspectos. En estas revistas colaboraban Pedro Prado, Domingo Gómez Rojas, Neruda, Huidobro, Fernando García Oldini crítico de arte que valora a los nuevos autores y corrientes artísticas.
La generación del año 20, marca una época social y política en el mundo. Chile no estaba ajeno a los procesos. El poeta Gómez Rojas, gran orador, quien se había convertido en líder de su generación que deseaba cambiar el mundo, es detenido 3 días después de ser atacada la Federación de Estudiantes. El poeta, integrante de los dirigentes estudiantiles sería la víctima expiatoria para controlar la urbe. Acusado de “atentar contra la seguridad interior del estado” enfrenta con su verdad y fumando, al severo juez Astorquiza, quien lo abofetea por insolente y ordena engrillarlo, enviándolo a prisión. Durante el tiempo que permanece en la cárcel, es sometido a torturas, entre ellas, en el patio Siberia desnudo por las noches es expuesto a las bajas temperaturas de invierno, siendo baldeado con agua fría, consecuencias que lo llevan a padecer meningitis y pulmonía, entre otras enfermedades y posterior locura. Es trasladado a la Casa de Orates, entre desgarrados gritos de dolor, el 28 de septiembre, falleciendo al día siguiente, a los 24 años de edad.
Durante el tiempo que permanece en la cárcel, a pesar de estar engrillado, escribe en las paredes de la habitación con los elementos que puede, incluyendo sus uñas, variados poemas donde exalta el amor y pide a Dios perdone a quienes lo han torturado.
El 26 de agosto de 1920 escribe en prisión Protestas de Piedad:
I
En esta cárcel fría donde los hombres me trajeron
en donde la injusticia de una ley nos encierra
he pensado en las tumbas donde se pudrieron
magistrados y jueces que hoy son polvo en la tierra.
Magistrados y jueces y verdugos serviles
que imitando, simiescos, la Justicia Suprema
castraron sus instintos y sus signos viriles
por jugar al axioma, a la norma al dilema.
Quisieron sobre el polvo que pisaron, villanos
ayudar al demonio que sanciona a los muertos
por mandato divino y en vez de ser humanos
enredaron la urdimbre de todos los entuertos.
Creyeron ser la mano de Dios sobre la tierra,
la ira santa , la hoguera y e látigo encendido
hoy duermen olvidados bajo el sopor que aterra
silencio, polvo, sombra, ¡olvido! ¡olvido! ¡olvido!
II
Y pienso que algún día sobre la faz del mundo
una justicia nueva romperá viejas normas,
y un futuro inefable, justiciero y profundo
imprimirá a la vida nuevas rutas y formas.
Desde esta cárcel sueño con el vasto futuro
con el tierno sollozo que aún palpita en las cunas,
con las voces divinas que vibran en el puro
cielo bajo la luz de las vírgene lunas.
Sueño con los efebos que vendrán en cien años
cantando himnos de gloria resonantes al viento;
en las futuras madres cuyos vientres extraños
darán a luz infantes de puros pensamientos.
Sueño con las auroras, con cantos infantiles,
con alborozas vírgenes, con bautismos lucientes:
que los astros coronan a las testas viriles
y su claro de seda es un chorro en la frente.
III
Desde aquí sueño, Madre, con el sol bondadoso
que viste de oro diáfano al mendigo harapiento
con las vastas llanuras, con el cielo glorioso
con las aves errantes, con las aguas y el viento.
La libertad del niño que juega sobre el prado,
del ave que las brisas riza con grácil vuelo;
del arroyo que canta, corriendo alborozado :
del astro pensativo bajo infinito cielo.
La libertad que canta con las aves y es trino,
con los niños, es juego; con la flor, es fragancia;
con el agua canción, con el viento divino
véspero, errante aroma de lejana distancia.
Todo es nostalgia, Madre, y en esta cárcel fría
mi amor de humanidad, prisionero se expande
y piensa y sueña, y canta por el cercano día
de la gran libertad sobre la tierra grande.
José Domingo Gómez Rojas tuvo generosidad de nobleza e ideales libertarios donde Dios siempre estaba presente, ese Dios con el cual se identifica como Cristo en su agonía.
DESNUDO
Al morir, moriré con los brazos abiertos
porque he sufrido todos los dolores divinos
no llevaré mis manos juntas como los muertos.
He sangrado en las cruces de mi propio camino
YO TE PERDONO
Acercose hasta mí, mirome un rato,
tembló su labio en su queja muda
y yo vi en su pupila el fiel retrato
del que pide perdón por, vacila y duda.
Entonces vi rodar por su mejilla
una lágrima ardiente cuya huella
tenía aquel fulgor que tanto brilla
cuando rasga el azul fugaz estrella.
Y temblando me dijo: Visionario,
no albergues en tu pecho negro encono,
acuérdate del mártir del Calvario
sé como Cristo y dí: ¡ yo te perdono!
Y mis ojos miró con mucha pena ...
-¡que al llanto de mujer yo no resisto!
y al besarla pensé en Magdalena
y pensé que también yo soy el Cristo...
Antes de enloquecer, perdona a quienes lo martirizaron, dejando testimonio de ello en su último poema escrito en la cárcel el 28 de agosto de 1920.
(Fragmento)
Yo que tengo lejanos jardines en la luna
y reinos invisibles en estrellas lejanas
y princesas dormidas de embrujada fortuna
y reinos interiores y cosas extrahumanas;
Yo que tengo un silencio de armonía profundo,
gravitando con ritmo de misterio en mí mismo;
yo que siento y que vivo la belleza del mundo:
jamás podrán hundirme en el “pequeño abismo.”
Basta que mire al cielo y llame a las estrellas
para arrullarlas dentro del corazón transido;
hasta que, cara a cara, diga a Dios mis querellas
para que Dios conteste: “¡Hijo! ¿Te han afligido?”
Por eso nada importa Madre, que a tu buen hijo
Los pobres hombres quieran herir. ¡Piedad por ellos!
¡Piedad! ¡Piedad! ¡Piedad! Mi amor ya los bendijo:
Que la luz de los astros les peine los cabellos.
José Domingo Gómez Rojas, deja tres libros terminados: La Sonrisa Inmóvil, Las Fuentes Encantadas y Los Jardines de la Muerte.
© Magdalena Fuentes Zurita
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